Todo empezó un domingo, paseando con mi mujer y el perro, por la riera que pasa por el pueblo. A lo lejos observé algo que se movía; como siempre que voy de paseo, llevo conmigo los prismáticos. Dirigí la mirada hacia la zona, y de entre las ramas de un árbol caduco, divisé la forma de lo que parecía un ratonero. Desde ese momento en mi cabeza empezaron las cavilaciones sobre la posibilidad de cambiar el hide de la zona en la que lo tenía montado para otro ratonero, con el que estaba trabajando con pésimos resultados, como comenté en la entrada anterior.
El sábado siguiente, antes de ir al comedero, en la zona donde vi al nuevo ratonero, coloque un par de carcasas de pollo para ver si algún animal hacía uso de ellas. Después de pasar varias horas entre verderones, escribanos, currucas, petirrojos, etc ... Fui a la zona del ratonero, desde lejos y con los prismáticos observaba el lugar escogido. Habían varias urracas que daban rienda suelta a su apetito, con las cascasas, pensando que el aguilucho no se habría enterado de tan fácil festín. Entonces de entre unos matorrales cercanos, levantó el vuelo a escasos metros del suelo, espantando a las urracas, y escondiendose detrás de otros matorrales. Al cabo de unos miuntos hizo la misma acción y me fui.
Dos días mas tarde, me dispuse a montar el hide, a estudiar la zona, los fondos y los posibles posaderos.
La zona es una riera, donde abundan las piedras blancas y la vegetación, por lo tanto no era fácil escoger un lugar adecuado, con fondos lejanos y conseguir buenos desenfoques. Buscando un "carril" entre el posadero y el hide, donde no hubieran piedras que molestaran. Tampoco se trataba de parecer un sitio diferente al que realmente usaba este ratonero para cazar, ya que ambientar el lugar donde vive el protagonista en cada toma, creo que tiene su importancia y así, dar naturalidad a las fotos.
El primer día que fui, bajó solo una vez cogiendo un trozo de comida y yendo a buscar un lugar seguro para comer tranquilo. El segundo día, fue un día para recordar, bajando 3 veces y las dos últimas con esas luces tan cálidas y bonitas del amanecer, que por si solas embellecen cualquier fotografía. (Ver entrada )
Las siguientes veces que he ido a ver al señor buteo no me ha dejado el mismo sabor de boca, aunque siempre me ha visitado, ha sido en periodos mas breves y siempre escogiendo la primerísima hora, cuando el uso de ISOs altos es inevitable para poder sacar alguna toma aceptable. Alterné las fotografías con vídeos para poder realizar un making of del trabajo con esta ave y poder así documentar y estudiar mas a esta especie de rapaz.